domingo, 7 de marzo de 2010

 

La verdad es que me he enamorado de Amsterdam. No sé si esto ha ocurrido por que era el primer país distinto al mío que visitaba, o por que era la primera vez que vivía la sensación de volar, pero aquí estoy. No hace ni una semana que volví a pisar suelo español y aún no me creo que haya vuelto, aún puedo sentir el frío de sus calles, sus luces, sus ojos abiertos mirándote fijamente día y noche, su multiculturalidad, sus rincones ocultos y su aroma a vivir deprisa. Lo que más me impresiono fue la libertad que se respiraba en el ambiente, quizá demasiada para una joven de veinte años acostumbrada a una rutina diaria.
La verdad es que sin compañia no hubiera habido amor. Ya sabes que soy de esas personas tímidas que les cuesta abrirse al mundo y enseñarles mi verdadera forma de ser pero esta vez todo ha sido fácil, el sentimiento de timidez fluyo a la velocidad de la luz para convertirse en risas y cierta confianza.
Me hubiera gustado quedarme unos días más, recorrerme sus calles de arriba a abajo con los ojos bien abiertos para no perder detalle pero había que volver a la cruda realidad. Aunque en esos días no quise ser consciente sabía que aqui me esperaba la universidad, la familia, los problemas... Y no pude dar más en el clavo, fue aterrizar y tener la sensación de que en vez de cinco días había estado cinco meses fuera de casa. Parecia como si el reloj en Amsterdam había corrido muy despacio mientras que el de aquí había acelerado sus minutos. 
Pero quiera o no, ya estoy al día. Ya vuelto a pensar en todo y nada a la vez, otra vez vuelvo a ser la que pasa de la risa al llanto como quien abre y cierra los ojos. Y la verdad es que eso me asusta, quizá sea el momento en el que más miedo tengo por el increible cambio que se ha producido en mi vida. No sé, ni soy capaz de imaginar lo que pasará el día de mañana lo único que quiero es no estar sola. Poder extender la mano y tener quien me la sujete fuertemente. Por no pedir no pido ni palabras, con una mirada y un tacto es suficiente.A día de hoy no puedo decir que tenga muchas personas capaces de hacerme sonreir cuando mi mundo se tuerce, pero si quedan ellas sé que estaré bien
En Amsterdam he estado protegida. Si cierro los ojos puedo volver a la primera noche cuando con una sonrisa me dijiste que te gustaba que finalmente hubiera ido. Y aún que el tiempo pase y pese, algunas veces demasiado, me gustaría que nunca dejaras de sentirlo que siempre haya algo en mí que te haga creerlo. 
Y ya es demasiado tarde,asi que me voy a descansar que mañana gracias a mis peques espero llegar a cansarme de sonreir.


No hay comentarios: